«Ágil» se ha convertido en una palabra de moda a lo largo de los años. Todas las empresas quieren ser mas ágiles y eficientes, por lo que diseñan un proceso de cambio a un mindset agile para empoderar a los equipos.
Estamos de acuerdo que agilidad es una mentalidad de continua exploración, adaptación, aprendizaje y mejora, que encierra un conjunto de valores, principios y es expresada en diferentes prácticas; y esto marca la diferencia en las empresas que lo ven sólo como un medio para realizar su proceso de transformación agile. Y como todo cambio parte de las personas, son ellas quien van a crear un entorno de trabajo productivo y más feliz, no algún proceso aprendido por ahí.
Entonces cuando las compañías que tienen pérdidas, que están estancadas en un proceso antiguo, jerárquico y buscan su bala de plata como palanca de cambio y último recurso en implementar un framework, método o metodología ágil, creen que están siendo ágiles y realmente es todo lo contrario, porque confunden el tener un proceso que sirve de camino con lo realmente importante, que es alcanzar el valor correcto para lo que estamos haciendo “adaptarnos a los nuevos cambios” para existir en la industria.
Ahora te compartiremos como en Tribu hemos logrado diferenciar estas respuestas de clientes que buscan hacer agilidad:
Hacer ágil
Cuando implementamos métodos y prácticas ágiles estamos “haciendo” algo para lograr la agilidad. Esto nos ayuda a tener los eventos, artefactos, herramientas y procesos adecuados para entregar valor de forma continua con un buen nivel de calidad. Recordemos que la excelencia técnica y el buen diseño mejoran considerablemente la agilidad, gracias a esto podemos tener algunos beneficios como: adaptación a los cambios, mejorar la visibilidad, incrementar la productividad, mejorar la calidad y reducir los riesgos. Un buen programa de entrenamiento nos puede ayudar a alcanzar este estado (diversos entrenamientos en agilidad), porque podemos hacernos expertos del framework, método o metodología necesaria para ese momento.
Ser ágil
Cuando además de implementar prácticas adoptamos una forma diferente de pensar estamos “siendo” alguien distinto, alguien que vive la agilidad y cuyo comportamiento está alineado a los valores y principios ágiles: estamos cambiando a un mindset agile, esto nos da beneficios adicionales como: deleite del cliente (centrado en el usuario), placer por el trabajo, compromiso, innovación, creatividad y aprendizaje continuo (Kaizen).
Cuando hablamos de ser ágil a nivel organizacional nos referimos a empresas que adoptan una cultura que permite obtener estos beneficios mediante un cambio de mentalidad en todos los niveles de liderazgo, no solo de los equipos de trabajo.

¿Un cambio de mindset agile se puede iniciar de manera BottomUp realmente?
La respuesta es no, porque solo estamos viendo el cambio en equipos pequeños (primeros en adaptarse), que con el tiempo al madurar en las prácticas y buscar mejores formas de trabajo se topan con áreas duras, burocráticas y con un proceso muy largo. El verdadero cambio radica cuando un AGILISTA puede ayudar de manera transversal a entender la cadena de valor por la cual se alinean los caminos de cada área y con ello mejorar una situación actual; entonces se sugiere que llevemos el cambio a un nivel estratégico donde se orienta más a TopDown, es decir de arriba a abajo en la organización.
Con los líderes aliados promoviendo esta nueva mentalidad de innovación y adaptación, surgirán equipos felices, apasionados, entusiasmados, comprometidos y con un propósito para desarrollar nuevos productos o servicios. Es ahí donde radica la importancia del ser agile.
Como conclusión, hacer ágil es definitivamente distinto a ser ágil y aunque ninguno de los dos es fácil, no debemos perder de vista los objetivos que queremos alcanzar, si queremos el mayor de los beneficios debemos desafiar nuestras actuales formas de pensar (paradigmas) y promover ese cambio alrededor de nosotros.